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#ConDatos: Estudios falsos y de baja calidad se viralizan en redes sociales al usar el nombre de universidades famosas
No, Stanford no ha publicado una investigación en contra del uso de mascarillas. Solo en EE.UU. dejaron de ser necesarias.
Por: Cristina Tardáguila
Adultos que tengan las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19 ya no tienen que usar mascarillas al salir de casa, sea para participar en eventos en lugares cerrados o para pasear en espacios abiertos. Este anuncio, sin embargo, solo vale para quienes estén en los Estados Unidos. Es una decisión del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) para ser adoptada en el territorio estadounidense. No se trata, por lo tanto, de una autorización global ni tampoco tiene relación alguna con supuestos efectos secundarios provocados por las mascarillas. Mucho cuidado con las mentiras que circulan por las redes sociales y apps de mensajería.
Desde el 13 de mayo, cuando la Casa Blanca descartó la obligatoriedad de los tapabocas en personas que ya estén totalmente inmunizadas contra el nuevo coronavirus, volvieron a circular por internet diversos ataques a las mascarillas.
Algunos dijeron que la decisión del CDC se aplicaba en otras partes del mundo, como forma de desestimular su uso. Otros retomaron mentiras sobre la producción y uso de los tapabocas, para aumentar el pánico. Son dos escenarios que merecen un combate intensivo y claro.
Y allí entran los verificadores de datos. En los últimos días, varios equipos que trabajan en español volvieron a publicar artículos subrayando que el uso de mascarillas no provoca neumonía ni cáncer en los niños. Y que obviamente no se rocían los tapabocas con productos químicos. Es decir: son inofensivos y necesarios.
Pero una falsedad -un poco más elaborada- mereció (y merece) atención extra de la prensa. Esta tiene que ver con un estudio supuestamente hecho por la Universidad de Stanford que habría demostrado que las mascarillas eran perjudiciales para sus usuarios.
Los fact-checkers de Newtral y Maldita.es, en España, trabajaron el tema y clasificaron como falsa esta información. Ni el estudio que se popularizó por las redes es de Stanford ni cuenta con aval científico. En otras palabras, no debería ser considerado como una fuente fiable.
Pero lo importante de este caso es que, al nombrar una universidad mundialmente respetada, los desinformadores se aprovechan de la confianza que su marca genera para, obviamente, lograr más alcance y más seguidores.
¿Cómo se combate este tipo de mentira que usa la fachada de una fuente fiable para difundir información falsa?
Así como lo hicieron Newtral y Maldita, es fundamental ser didáctico y paciente con el lector. Hay que contarle una historia y recordarle que la ciencia está en constante evolución. Vamos paso a paso.
La primera etapa de una verificación como esta para el estudio de Stanford es sencilla. Consiste en intentar ubicar los documentos que se comparten en redes en la respetada fuente que ha sido nombrada.
En el caso de las mascarillas, los verificadores descubrieron que la investigación realmente había sido publicada, pero por la revista Medical Hypothesis en enero de 2021. De inmediato, descubrieron que el texto había sido retractado en mayo.
Y ¿qué significa ser retractado?
“Es decir, el Comité Editorial de la revista se retractó del artículo tras determinar que la hipótesis del autor es ‘engañosa'”, escribieron los fact-checkers de Newtral.
“Una revisión más amplia de la evidencia científica existente muestra claramente que las mascarillas aprobadas con la certificación correcta y usadas de acuerdo con las directrices sanitarias son una prevención eficaz de la transmisión del COVID-19”, precisó el Comité Editorial de la revista.
El segundo paso es analizar los autores del estudio. En este punto, algunas preguntas pueden ayudar: ¿Los autores de este documento suelen investigar temas semejantes? ¿Tienen alguna conexión con farmacéuticas, cadenas de hospitales o clínicas que pudiera ser considerada como un conflicto de interés?
Superada esta etapa, es hora de evaluar la metodología utilizada. Aquí hay dos caminos: uno es entrevistar a otros especialistas sobre el mismo tema e identificar si tienen alguna crítica hacia la metodología adoptada. El otro camino es entrar de cabeza en los documentos adjuntos al estudio y hacer una evaluación personal (o en equipo). En el caso de Stanford, por ejemplo, las tablas sobre los supuestos efectos adversos de las mascarillas contenían datos “no verificados” y “afirmaciones especulativas”. Es más, “el manuscrito cita erróneamente y de forma selectiva artículos anteriormente publicados”, escribieron los verificadores.
Desde el inicio de la pandemia, muchos han sido los estudios de baja calidad que se difundieron para defender falsas medidas de prevención, falsos métodos de cura y, ahora, falsas informaciones sobre las vacunas y las mascarillas. Para desmontarlos hace falta estrategia, persistencia y mucha disposición para enseñar a la audiencia.
Para tener en cuenta
– Las decisiones de CDC solo tienen efecto en EE.UU. Cada país tiene autoridades sanitarias propias y, es más, las decisiones locales tienen que ver con la realidad de cada nación frente a la pandemia.
– Cuidado con la desinformación que se apoya en marcas respetadas para difundirse.
– Al combatir estudios científicos falsos hace falta estrategia:
1. Busca la información en la fuente nombrada.
2. Cuenta la historia del documento y explica términos difíciles.
3. Evalúa el currículum de los autores y la metodología.
4. Si es posible, revisa los documentos adjuntos.
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